Estas elevaciones se conocen desde la Edad Media como "Cerros de la Greda" en los que se extraía dicha materia prima.
En la meseta sur del Cerro del Águila se asentaba el Castillo del Águila, del que ya no queda nada, que dió origen al escudo de Villaluenga de La Sagra.
El castillo se podría clasificar como arquitectura militar medieval tal vez del siglo XII al XIV con restauración en el siglo XV. De planta triangular la obra era de mampostería de cal y canto;
En el lado norte se extendía un foso de unos 6 metros de ancho. (Ver foro-ciudad.com)
Crónica Cerros de la Greda
por Maroto
Y
por fin llegó el viernes...Iba a ser mi tercera salida con el grupo sagreño, y
con el recuerdo aún fresco del castigo sufrido la semana anterior, me debatía
entre la fiebre de burra y el temor justificado.
Habíamos quedado a las seis de la tarde. La jornada
laboral de Luis, no admitía una hora más clemente, y con el mercurio rondando
los 38 grados, las sensaciones no eran propicias. Durante la semana, varios
componentes cuyas caras suelen compartir junto a mí los duros ascensos, se
habían rajado de la salida. Así que, con resignación, me encontré poniendo
rumbo a Numancia junto al núcleo duro de la camada, Damián y nuestro blogger,
con la incorporación sorpresa de Agustín, el padre de Damián, a quién de no
precederle su fama sobre las dos ruedas, habría subestimado sin dudarlo.
Nada más salir de Numancia, divisamos el primer
punto de control de la ruta. Se trataba de una ermita abandonada a las afueras
de la localidad de Cobeja. Su torre puntiaguda rasgaba el cielo entre los
árboles de un pequeño bosquecillo circundante, a su vez sitiado por grandes
vaciados de tierra, producto de una época ya caduca. La visión de la ermita
durante el ascenso paralelo a la autopista de peaje AP-41, tan desierta como
los campos amarillos que atravesaba, animaba mi voluntad que ya empezaba a
mellar bajo el sol implacable.
Abandonamos Cobeja por su lado oriental girando al
sur, mientras Damián y Luis me comentan la muy ligada relación económica de la
región con la fabricación de ladrillos. Tras unos kilómetros lastrando al
grupo, consigo alcanzarlos en una encrucijada, debatiéndose entre atacar el
cerro objetivo de la ruta o rodearlo. Damián tenía compromisos ineludibles con
la familia a la hora de la cena y nos decidimos por la segunda alternativa, no
sin regalarle algún ataque cariñoso y sarcástico sobre quién lleva los
pantalones en casa. El terreno, o quizás el destino, iba a tratar de devolverme
el humor unos cientos de metros más adelante, tras pasar la vieja vía de tren
de la cementera, cuando el camino que seguíamos mordía la carretera con un
repecho arenoso, que equivocadamente, decidí afrontar de pie, con la lógica
pérdida de tracción de la rueda posterior.
Una vez en la carretera y con la
lección bien aprendida, el ascenso se hizo más pesado. Luis me señalaba con ánimo
de distraer mi mente, el sendero que hubiéramos tenido que tomar para subir el
Cerro del Águila, que ahora sí, nos observaba imponente, a nosotros, y a la no
muy lejana carretera de Toledo, desde la que innumerables veces había
contemplado la cementera de Asland.
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Tras un despiste de nuestra vanguardia (Agustín
suele aventurarse más allá de los limites de nuestra visión, cuál galgo
persigue su presa hasta la extenuación, ignorando la voz de su amo) nos
adentramos en la localidad de Villaluenga, humilde morada de nuestro cámara.
Aprovechamos la parada en la fuente para avituallarnos, y sin mucha demora
emprendemos el camino de vuelta. El perfil se vuelve un aliado, pero los Vega
imponen un ritmo demoledor, perdiéndoles de vista antes de entrar en Numancia.
El final de la pedalada se transforma en un rodaje suave en compañía de Luis,
con el que vuelvo charlando hasta la entrada del cuartel.
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Distancia Aprox. 44 Km.
Dificultad: Media-Baja
Las rampas del Cerro de Magán tendrán que esperar, por ahora...
Anímate La Sagra te espera.