miércoles, 12 de junio de 2013

En busca de los bidones perdidos

Las buenas sensaciones que dejó la última visita al Cerro de San Gregorio obligaban a una nueva escapada por la zona; Un pequeño "oasis" dentro de La Sagra Baja.



Crónica En busca de los bidones perdidos
por Agustín

Quedada como todos los domingos a las 9 de la mañana, en los alrededores del cuartel de la G.C. de Illescas. A esa hora, nos reunimos un grupito compuesto por Marino, Rincón, Cuellar, Morillo, Damián y un servidor de Uds. Antes de partir, y después de que, como casi siempre, discutir sobre que ruta seguir, Luis Marino se da cuenta de que había olvidado, en su casa, los bidones de agua, razón por la cual, se decide que la ruta debe de pasar “obligatoriamente” por su domicilio, sito en Villaluenga de la Sagra.


Así que sin más discusión, se sale en esa dirección, en busca de los “preciados bidones de agua”. Una vez recogidos; otra vez la eterna discusión de por donde ir, de que si por aquí, que si por allá, o de por aquel otro lugar. Se decide hacer la ruta tal (digo tal, porque yo como no soy de la “zona sagreña”, desconozco nombres de pueblos, rutas ó parajes. A mi me dicen que por allí, y yo voy por allí, les sigo como un corderito dócil ).

Dicha ruta, tenía como final de ida, un pico que se oteaba, muy, muy, muy a lo lejos, y que apenas se podía percibir. A medida que nos aproximábamos, y estar más cerca del objetivo, el mencionado piquito, imponía un respeto considerable, no por la cima en sí, sino por la subida previa a él, una larguísima cuesta, que a más de uno le reventó. Lo malo es que este no era el final, sino la corta pero impresionante “tachuela”, que culminaba la subida. El piquito en cuestión, resultó ser una caseta con antena, de las de telecomunicaciones.



Una vez arriba y agrupados todos, parada de rigor, para avituallarnos; que por culpa de los muchísimos mosquitos, parásitos y bichejos varios, tuvimos que hacerlo en un lugar un “poquito más seguro”, es decir, a las faldas del dichoso piquito.



Recuperadas las fuerzas, de nuevo discusión: Cuellar, que se encontraba un “poquito quemadito”, quería la vuelta más corta posible, aludiendo que no podía perderse la carrera de Fórmula 1, de un tal Alonso, por las calles de Mónaco; Morillo, con su sabiduría, (y conocedor del terreno), discutiendo que desde nos encontrábamos, hasta Illescas, no había mas de 15 kms. aproximadamente. Y finalmente Damián (que parece ser el que mas sabe de rutas y tal), ordena ir (y según palabras textuales de él), “por hacerle un favor a Cuellar”, (por las razones que acabo de comentar), por un terreno lo mas favorable posible, y que consistía en ir bordeando los montes de Borox (este pueblo, por cierto, si que lo conozco, por razones deportivas, ya que de este lugar, es nativo un jugador que actualmente milita en mi equipo del alma, el Real Sporting de Gijón).

Sin quererlo ni beberlo, me alejo de la “manada”, por un terreno de auténticos “toboganes rompepiernas” (no se qué entenderá Damian por terreno favorable), llegando al mencionado Borox; y por temor a haberme perdido, me tengo que dar la vuelta para reunirme de nuevo con la “manada”.


Reagrupados todos, y bajo una amenazante nube negra, que afortunadamente apenas nos mojó, llegamos al punto de partida. Descabalgados de la bici, Morillo invita, de su “cosecha propia”, es decir de la “bodega de su casa”, a degustar unas cervecillas, desestimándolas Luis, Rincon (por diversas causas) y Cuellar (la carrera de Alonsillo estaba a punto de comenzar); asi que la tomamos, Damián, el propio Morillo y yo, ¡¡ y bién que nos sentó !!.
+ Fotos


Distancia Aprox: 63 Km
Dificultad: Media-Alta

Siempre hacemos kilómetros de más... Anímate La Sagra te espera.
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